sábado, 28 de febrero de 2009

Historias de desencuentros II

* Por Alberto


Por el 2005 tenía con una amiga de la milonga, un programa de radio, por la zona de Caseros. Fue bárbaro, por que primero me convocó y luego me echó, pero ese es otro tema.

Conducía el programa y yo la secundaba. Ella tenía su columna de Rock y muchas veces venían grupos - a los que le hacíamos una entrevista - y también tocaban y cantaban algunas de sus cosas.

Un día vino un grupo de 3 o 4 pibes y en un momento le pregunto a uno de ellos: “¿Y vos a que te dedicás aparte de componer letras y hacer rock? Y el me contesta: “Estudio Derecho”.

Charlando, charlando le vuelvo a preguntar: “¿Te interesa el tema de la Mediación Prejudicial?

Me miró con ojos medio de asombro y contestó: “Si, me interesa mucho, porque es una forma de resolver conflictos mucho mas piola. Pero en la Facultad de Derecho no dan nada de ese tema . Sólo dan la parte formal, el procedimiento, pero no la teoría y la práctica de este método de abordar y resolver conflictos entre la gente.

“¿Te interesa hacer los Cursos del Ministerio de Justicia para que los futuros mediadores abogados puedan dar examen de Mediador? “Si, claro, me contestó”.

“Yo pertenezco a una institución formadora, que los dicta. Si querés, llamáme dentro de un mes y te invito a que participes en ellos”.

Pasó el tiempo y un día suena el teléfono: “¿Ud. Se acuerda de mí?, Soy Juan Pablo, al que Ud le ofreció cursar Mediación en su instituto? ¿Sigue vigente el ofrecimiento?”

A los quince días Juan Pablo era uno de los quince concurrentes. El único que todavía estaba cursando Derecho, todos los demás, bogas.

Todos los demás con varios o muchos años de ejercicio de la profesión.

El tema era que cuando yo hacía alguna pregunta donde había que poner en juego los nuevos conceptos más inteligencia y creatividad , a veces se hacia un silencio sepulcral. Y nadie arriesgaba nada o se oía lo que mejor era no oír.

De pronto, surgía del silencio una tímida vocecita que decía: “Perdón, ¿podría decir algo?, a mi me parece que….”

Y el hijo de puta siempre respondía lo acertado. Era cómico ver a los 15 abogados mirando asombrados que el pendejo contestaba lo que ellos no habían podido ver.

Como ven, es una mala persona. Alguien decente no deja malparados a sus futuros colegas. Pero, ¿vió?, los cuervos son así. Y este ya era un pichón jodido.

Así nos cruzamos y así nos convertimos en amigos. Y así muchas veces encontré una oreja inteligente que podía aconsejar con sabiduría al viejo, en sus quilombos existenciales. Mucho mejor que otros, más versados y sapientes.